lunes, 4 de septiembre de 2023

Trotsky en Coyoacán

Estamos en el mes de Agosto y un día 21 de tal mes fallecía en México el revolucionario Lev Bronstein, más conocido como León Trotsky. Fue asesinado con piolet por Ramón Mercader, agente estalinista catalán, bajo identidad falsa.

Aquel hecho tuvo gran repercusión social e incluso trascendencia histórica. Por de pronto decapitaba la Cuarta Internacional, creada en París  apenas dos años antes, en Septiembre de 1.938. Trotsky, su máximo inspirador e impulsor, no había podido asistir, aunque fue el autor de su Programa fundacional, conocido como Programa de Transición.

Dada la relevancia de la figura histórica de Trotsky su muerte puede considerarse un magnicidio. Ramón Mercader tras pasar 20 años en presidio saldrá rumbo a la URSS para acabar sus días en el paraíso cubano.

Transcurridos 77 años de aquellos luctuosos sucesos la URSS implosionó en 1.991 y el culto actual a Stalin lo profesan fundamentalmente sectores ultranacionalistas rusos y eslavos que lo ven como un icono nacional-popular.

Incluso devino estandarte de la nueva versión del espacio geopolítico de Eurasia y es más apreciado por la extrema derecha Nacional -Bolchevique, incluso en la Alemania actual, donde los revisionistas  históricos recuperan la figura de Otto Strasser, denominada izquierda Nacional del Partido Nazi.

Ya en los años veinte planteaban un lebensraum con la pretensión de la anuencia de Stalin. Al fin, en los treinta el Pacto Molotov -Ribbentrop sería la confirmación efímera y fallida de tal propósito a costa al menos de Polonia.

¿Cuál sería hoy la mirada de Trotsky sobre Stalin a los pies de los escombros de la URSS, sobre los resultados de la edificación del socialismo en un sólo país?.

La Historia ha expedido su certificación. El asesinato de Trotsky en Coyoacán además de cruel resultó completamente inútil. El internacionalismo de Trotsky, sino ya proletario, supo al menos columbrar con mayor acuidad el mundo presente que el delirio megalómano de su encarnizado perseguidor.